7/8/09

Camino de Kampala

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Ruhengeri - Kisoro

Cuando llegamos al hotel Ishema de Musanze liquidamos el check out. En principio teníamos pensado pasar una noche más en Musanze (Ruhengeri) pero decidimos pasarla en el Traveler's Rest hotel de Kisoro, mucho más agradable tranquilo y cómodo que el Ishema de Ruanda.
Antes de partir realizamos las últimas compras por las calles de Musanze; algunos recuerdos para nosotros y sobre todo algo para nuestros niños.
Cuando llegamos a la frontera nos tocó pagar por segunda vez el visado de entrada a Uganda, ya que no los hay de doble entrada como en otros países, que además suelen salir más baratos.
Llegamos al lodge Traveler's Rest al caer la tarde. la tranquilidad de este lugar se agradecía muchísimo, además nos cedieron una suite y cenamos magníficamente, ya que la comida aquí es muy buena. No nos cobraron la habitación ni la cena y el desayuno del día siguiente en compensación por los problemas que el coche dio. En este sentido Gorillatours - la empresa a la que alquilamos el coche – fueron bastante profesionales, al estilo Norteeuropeo, y nos ofrecieron varias compensaciones.
Antes de cenar habíamos podido contemplar una exhibición de baile autóctono por parte de unas niñas ugandeses que no tardaron en sacarnos a bailar. Era la segunda vez que bailábamos en este viaje, la primera fue con los pigmeos.
Seguir el ritmo de este baile no era fácil ya que era la coreografía incluía algunas sacudidas como desmembrándose con amplios movimientos de piernas y brazos mezclados con saltos a bote pronto a una y dos piernas.






















Después de unos agotadores pasos no recogimos un rato en las habitaciones. Ya comenté en otra ocasión que la decoración del lugar era preciosa y con mucho gusto. La dueña, holandesa, se había encargado personalmente de engalanar el lodge y se sintió orgullosa y agradecida cuando le dijimos que incluso la iluminación estaba muy lograda.
El lugar era relativamente caro para Uganda ya que salía por 75$ la doble con desayuno ( unos 50 euros de julio de 2009). Aun así no es caro para un lodge, aunque a nosotros nos salio gratis la suite (esta si era cara) de 129$ con FB que nos cedieron para compensamos.
En fin, pasamos muy buenas horas en este lugar, además Marga por fin recupero su mochila con toda su ropa y el saco con los dos aislantes que iban en ella. Dos días antes de nuestra marcha, pero ¡más vale tarde que nunca!
Por fin Marga podría ponerse algo más que el único pantalón y camiseta que llevaba puesto el día del vuelo, a parte de otro pantalón y alguna camiseta que le quedaba bastante grande de las mías. Por lo visto la mochila nos había perseguido por toda Uganda y aunque la agencia que nos alquiló el coche intentó que otro de sus coches nos alcanzara no lo consiguió hasta casi el final del viaje.

















Kisoro - kampala
Durante el camino de vuelta tuvimos mucho tiempo para observar más detalles de las gentes de Uganda, sus paisajes y algo de su fauna. Doce horas de viaje dan para mucho.
Nos levantamos temprano para afrontar este largo viaje lleno de caminos polvorientos. Ls primeras horas discurrieron por puertos de curvas interminables donde pudimos ver una vez más la majestuosa orografía de Uganda.















En lo alto de uno de estos puertos estaban sentados dos hombres que vendían patatas, a su lado tenían una pirámide inmensa de patatas.
Joseph paró y se dirigió hacia ellos. Desde el coche pudimos ver como cruzaba unas palabras con uno de los vendedores, parecía un regateo formal. Le llenan un saco hasta arriba y luego otro, sacos de 1,70 m de altura.
Joseph pensó que era una buena compra para llevar a Kampala. El vivía allí y solía comprar el último día, como casi todos los chóferes de safaris, cualquier tipo de viandas a los agricultores del camino, más económica que en la capital.
Cuando terminaron de llenar el segundo saco Joseph seguía porfiando por el precio y pareció subir la voz, el vendedor dijo algo, Joseph dio media vuelta y se marcho maldiciendo. Allí quedaron los sacos, por lo visto no habían llegado aún acuerdo. Nosotros nos alegramos un poco, ya que por lo menos eran 100 Kg. de patatas en la baca del coche que nos iban a ralentizar bastante la marcha. No le hubiéramos dicho nada ya que era su último día y para él era un buen beneficio.






















Unas horas más tarde pudo resarcirse. Bajando otro puerto paró en otro lugar donde solo había un solitario campesino con algunas gallinas y unos extraños bultos en el suelo. Por lo visto vendía huevos. Pero no era una venta cualquiera, en estos países la capacidad de sorpresa no cesa ni haciendo la compra más simple.
Resulta que los huevos no se venden de cualquier manera, aquí no tienen hueveras como en Europa, ni tampoco los envuelven en cucuruchos de periódico como antiguamente se hacía en España el sistema es mucho más peculiar.
En primer lugar se usan unos “contenedores” muy especiales llamados Etú que almacenan 40 huevos. Los etú están hechos de grandes hojas de platanero que envuelven las 4 decenas de huevos y cuyo resultado final es una especie de pera o maraca gigante (como el de la foto). A su vez, entre cada huevo que va dentro van intercaladas multitud de hojas plegadas que hacen que ninguno de los huevos se toque con los otros; cada uno tiene su habitáculo, está perfectamente amortiguado y la resistencia del conjunto es increíble.
Joseph compró dos Etús aun precio irrisorio de 1,5 $ pagados en chelines ugandeses. Osea 1 € por 40 huevos de granja o lo que es lo mismo, 2,5 céntimos de Euro por huevo. Richard compró también un etú, en total tres. Los soltaron todos en la parte de atrás donde teníamos las maletas, al parecer esto aguantaba los golpeteos bastante bien.
Me acordaba de los concursos de lanzahuevos que se montaban en muchas escuelas de ingenieros y cuyo ganador era aquel que dejaba más intacto el huevo, que iría a su vez “montado” en un aparato diseñado al expreso. Este era lanzado desde la azotea a la calle o por el hueco de una escalera desde el último tramo de estas.
Seguramente estos “ingenieros” rurales hubieran quedado en primer lugar con algún prototipo a base de hojas de plátano.


















Retomamos nuestro viaje hacia Kampala. Horas más tarde vimos un camión volcado en una parte del camino donde este se hacía peligrosamente arenoso, uno más en los peligrosos caminos de Uganda.
A cuatro horas de Kampala en un viaje en el que sólo habíamos parado media hora para comer, vimos unos humedales preciosos. Le dijimos a Joseph que parara. En medio de este humedal, un solitario y hermoso ejemplar de Sadde Billed Store se paseaba buscando algún bichejo que echarse a la boca, me acerqué lo que pude y tiré unas cuantas fotos; era el tercer y último ejemplar de esta bella especie que vimos en Uganda.

Más adelante pasamos de nuevo por el ecuador terrestre, distinguible por unos círculos verticales a modo de estatuas situados en los márgenes de la carretera y señalado por la supuesta línea entre dichos círculos. Allí bajamos un rato para ver unos puestos de ventas artesanales y camisetas y otros que hacian referencia al ecuador.
Continuamos nuestro viaje, en realidad nuestro itinerario de Kisoro a Kampala discurría en sentido Sur- Noreste, por lo que en la segunda mitad del viaje pasamos relativamente cerca de Lago Victoria. En un momento dado aparecieron en los márgenes de la carretera mujeres y hombres vendiendo pescado en puestos de madera, bueno en realidad eran puestos fabricados con cuatro palos verticales y dos horizontales con el pescado colocado en ellos. Otros circulaban por los caminos con una vara de madera colocada en sus hombros por donde colgaban numerosos peces por cada lado. Una mujer menuda llevaba un ejemplar casi tan grande como ella.

















Durante el camino de vuelta habíamos pensado parar en Kasete, un pueblo de pescadores del Lago Victoria, pero pronto vimos que no nos daría tiempo. Las doce horas de trayecto no hacían viable la visita por lo que tendríamos que dejarlo para el día siguiente.
Llegamos de noche a nuestro hotel, el Airport Guesthouse Entebbe, un hospedaje tipo lodge cercano al aeropuerto del mismo nombre. Este incluía por una noche de hotel el traslado al aeropuerto el día de partida.
Nos quedaba un día de viaje, así que el plan para el día siguiente sería conocer Kasete, el pueblo de pescadores del lago Victoria y después visitar Kampala, que el primer día ya habíamos visto fugazmente para cambiar dinero.

Nuestro alquiler de coche terminaba esa noche en Entebbe, así que nos despedimos con cariño y cierta congoja de Richard y el viejo Joseph que tan buenos momentos nos hicieron pasar y con tanta profesionalidad nos trataron.

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